domingo, 8 de marzo de 2009

La hija del capitán



De Pushkin, me encanta ese nombre. No sé verdad, ya que es el primer libro de él que leo pero según la pequeña reseña biográfica de él, al inicio del libro, decía: ''Se le estima por encima de Tolstoi, de Dostoievski (!) y aún sobre Máximo Gorki". Aún no leo a Gorki y sí tal vez sí esté por encima de Tolstoi ¿pero de Dostoievski? Claro que no, en mi opinión, claro. 


Si no me equivoco éste fue el último libro que él escribió así que tal vez los demás están mejores. Además compré el libro en una bonita edición de tapa dura a tan solo 50 lempiras. Me gustó el libro, abajo Petruchko describe una pesadilla que tuvo al inicio de su relato y sí que fue profético este sueño.









Mientras dormía, tuve un sueño que no olvidaré jamás, ya que aún hoy lo considero algo profético, cuando examino a su luz las extrañas circunstancias de mi vida. Seguramente sabe el lector por propia experiencia, la gran tendencia que tiene el hombre a la superstición, por mucho que desdeñe los prejuicios, y por ello le ruego me excuse.

Me encontraba en ese estado especial del cuerpo y del espíritu en que la realidad, cediendo el paso a los sueños, se funde con ellos en confusas imágenes. Me pareció que la tempestad proseguía furiosa y que nosotros vagábamos perdidos en el desierto de hielo... De pronto apareció ante mí un portal y penetramos en el patio de nuestra casa solariega. Mi primer pensamiento fue de temor, ante la posibilidad de que mi padre se enfadase conmigo, considerando como voluntaria desobediencia mi regreso al hogar.

Salté nervioso de la kibitka y vi a mi madre que salía a mi encuentro con aspecto de profunda preocupación. "Despacio - me dijo -, tu padre se encuentra muy enfermo, próximo a morir, y quiere despedirse de tí". Transido de dolor, me encaminé a su habitación: estaba tenuamente iluminada y, junto al lecho, había gente con el semblante compungido. Me adelanté sin hacer ruido; mi madre levantó un poco la cortina y dijo:

   "Andrés Petrovich, ha llegado Petruchko, ha regresado al saber tu enfermedad. Bendícelo." Yo me arrodillé mirando fijamente al lecho y ¡qué es lo que vi! En el lecho, en lugar de mi padre había un mujik de negra barba, que me miraba sonriente. Fuera de mí, me volví a mi madre para preguntarle: "¿Qué significa esto ? ¡No es mi padre! ¿A santo de qué he de recibir la bendición de un mujik?" "Es igual Petruchko - contestó mi madre -; bésale la mano y recibe su bendición.  Es tu padrino de boda"... Yo me negué a obedecer y entonces el mujik saltó del lecho, sacó un hacha de la espalda y empezó a repartir golpes a diestro y siniestro. Traté de huir... y no me fue posible: La habitación se llenó de cadáveres, yo tropezaba con ellos y resbalaba en el charco de sangre... El extraño mujik me gritaba cariñosamente: "¡No temas! Aguarda a que te dé mi bendición!"...

1 comentario:

marcela dijo...

Tengo una historia muy divertida con Pushkin. Hace muchos años estaba limpiando un rincón olvidado de mi casa y encontré un libro de él, viejito y dañado, pero leíble todavía, en una edición casi miniatura. Es un libro de cuentos cortos. Entre todos ellos el que más me gustó fue uno que se llama "Ruslán y Liudmila", de una princesa que es raptada por un duende brujo malvado en la noche de su boda y los esfuerzos de su esposo por encontrarla. Desde entonces me encantó ese nombre y lo usaba como seudónimo en concursos de pintura y en una composición en la clase de inglés escribí que ese iba a ser el nombre de mi hija si algún día tenía una.
Y mucho tiempo después conozco a Yanis y su hermana se llama Ludmila. :P