Después de ver una entrevista en un nuevo programa español con este escritor Juan Jose Millás, me dio algo de curiosidad. Inicialmente estuve buscando el libro del que estaban hablando en esa entrevista o más bien foro o cómo sea que se le diga cuando se ponen varias personas a platicar acerca de un tema, pues el nombre del libro era ''El Mundo'', supongo que como es algo reciente no pude encontrarlo en esta fuente interminable de absolutamente todo, que es el internet.
Como no encontré este libro, me decidí por ''El orden alfabético'', iba con esperanzas de que fuera un buen libro, y no me defraudó.
El libro está dividido en dos partes, la primera parte es la vida de Julio cuando estaba niño, entre los 13 y 14 años, a esta edad, a causa de una enfermedad, él empezó a transportarse a lo que según él era su otra realidad, la ''otra parte del calcetín'' en la que los un día, de la nada, los libros, las palabras y las letras, empezaron a desaparecer, a huir y regresar tan sólo para descomponerse. Según cuenta Julio, el papá le había dicho un día que si no empezaba a leer nuevamente la enciclopedia en la que su padre pasaba metido una buena parte de su tiempo, los libros saldrían volando para no volver. Aparentemente, ésto afectó mucho a Julio... Ya se imaginan un mundo sin libros y palabras... era todo un caos. Él pensaba que el orden alfabético no tenía sentido, ¿cómo es que lengua estaba al lado de lencería? Él creía que más bien se debería hacer en orden temático.
Aparte de eso, Julio se la pasaba bien en esa realidad, su Laura gustaba de él también.
En la segunda parte, aparece Julio ya de veinte y tantos años, como un joven solitario y siempre afectado por lo que le pasó durante aquel tiempo en que estuvo enfermo y ahora el enfermo era su padre. Empieza a imaginarse personas, inventa cosas, etc...
Aquí hay una parte que me gustó, Julio estaba en la casa de sus padres por su enfermedad... en algo me parezco a él.
Entonces me desplacé desde el centro al lado de mi padre, y recordé que aquella cama me había llegado a parecer de pequeño un país con zonas cálidas y frías por el que viajaba protegido por la bóveda celeste de la sábana de arriba. La zona de mi padre era la más fría, no ya porque estuviera próxima a la ventana, o porque él fuera un hombre glacial, sino porque mi madre era muy tibia. El territorio de ella estaba constituido por una enorme extensión de clima templado, especialmente en la zona norte, a la altura de los pechos. Luego había una zona fronteriza, una franja central que atravesaba longitudinalmente el colchón erigiéndose en una tierra de nadie donde el clima se volvía más áspero, aunque sin alcanzar la severidad del territorio de mi padre, donde, además de nevar la mayor parte del año, siempre había corrientes de aire que cortaban la respiración. No sé cómo podía dormir ahí, a menos que permaneciese toda la noche cogido a la cintura de mi madre, como un náufrago: así al menos le veía yo cada vez que tenía pesadillas y me levantaba a pedir socorro.
Luego estaba la zona de los pies, en el extremo más meridional de la cama, adonde había que llegar deslizándose con movimientos de reptil, para que no se desordenaran las sábanas. Esa era la región de las tinieblas perpetuas. Durante todas las estaciones del año reinaba en aquel ámbito la más completa oscuridad, de ahí que sólo estuviera habitado por pies, pies ciegos, naturalmente, igual que los cangrejos sin ojos que viven en las profundidades tenebrosas de las grutas marinas. Cuando me aventuraba a bucear por aquellas simas donde la ropa de la cama daba la vuelta para introducirse debajo del colchón, siempre llevaba el corazón en la garganta al imaginar que podía tropezar con una pareja de pies callosos, llenos de uñas retorcidas.
El orden alfabético - Juan José Millás
2 comentarios:
Sólo de shandy ella ve. Suena bien el libro, ahí lo leo después.
Y deberías de quitar la moderación ahora. Ya para qué.
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