La genialidad de David Foster Wallace es sorprendente. De verdad sorprendente. Escribió esta novela aproximadamente a los 24 años y desde entonces se notan todos sus juegos que hace con las palabras y el lenguaje, todas las historias que pueden salir de su cabeza, son infinitas, los clichés en los personajes que de alguna manera logra hacerlos diferentes y extraños. Sí, eso para mí, es ser algo así como un genio, ¿por qué no?
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