domingo, 23 de septiembre de 2007

Noches Blancas de Dostoievski


Noche Primera


Era una noche maravillosa, una de esas noches, amable lector, que quizá sólo existen en nuestros años mozos.
El cielo estaba tan estrellado, tan luminoso, que mirandolo no podía uno menos que preguntarse: ¿pero es posible que bajo un cielo como éste pueda vivir tanta gente atrabiliaria y caprichosa? Ésta, amable lector, es también una pregunta de los años mozos, muy de los años mozos, pero Dios quiera que te la hagas a menudo. Hablando de gente atrabiliariay por varios motivos caprichosa, debo recordar mi buena conducta durante todo ese día.


Ya desde la mañana me atormentaba una extraña melancolía. Me pareció de pronto que a mí, hombre solitario, me abandonaba todo el mundo, que todos me rehuían. Claro que tienes derecho a preguntar: ¿y quiénes son esos 'todos'? Porque hace ya ocho años que vivo en Petersburgo y no he podido trabarconocimiento con nadie. ¿Pero qué falta me hace conocer a gente alguna? Porque aun sin ella, a mí todo Petersburgo me es conocido. He aquí por qué me pareció que todos me abandonaban cuando Petersburgo entero se levantó y salió acto seguido para el campo.
Fue horrible quedarme solo. Durante tres días enteros recorrí la ciudad dominado por una profunda angustia, sin darme clara cuenta de lo que me pasaba.

Fui a la perspectiva Nevski, fui a los jardines, me paseé por los muelles; pues bien, no ví ni una sola de las personas que solía encontrar durante el año en tal o cual lugar, a esta o aquella hora. Esas personas, por supuesto, no me conocen a mí, pero yo sí las conozco a ellas. Las conozco a fondo, casi me he aprendido de memoria sus fisonomías, me alegro cuando las veo alegres y me entristezco cuando las veo tristes.
Estuve a punto de trabar amistad con un anciano a quien encontraba todos los días a la misma hora en la Fontanka. ¡Qué rostro tan impresionante, tan pensativo, el suyo! Caminaba murmurando continuamente y accionando con la mano izquierda mientras que en la derecha blandía un bastón nudoso con puño de oro. Él también se percató de mí y me miraba con vivo interés. Estoy seguro de que se ponía triste si por ventura yo no pasaba a esa hora precisa por ese lugar de la Fontanka. He ahí por qué algunas veces estuvimos a punto de saludarnos, sobre todo cuando estábamos de buen humor. No hace mucho, cuando nos encontramos al cabo de tres días de no vernos, casi nos llevamos la mano al sombrero, pero afortunadamente nos dimos cuenta a tiempo, bajamos el brazo y pasamos uno junto a otro con un gesto de simpatía.



También las casas me son conocidas. Cuando voy por la calle parece que cada una de ellas me sale al encuentro, me mira con todas sus ventanas y casi me dice : ''¡Hola! ¿Qué tal? Yo, gracias a Dios, voy bien, y en mayo me añaden un piso''. O bien : ''Estuve a punto de arder y me llevé un buen susto''. Y así por el estilo. Entre ellas tengo mis preferidas, mis amigas íntimas. Una de ellas tiene la intención de ponerse en tratamiento este verano con un arquitecto. Iré de propósito a verla todos los ías para que no la curen al buen tuntún. ¡Dios la proteja! Nunca olvidaré lo que me pasó con una casita preciosa pintada de rosa claro. Era una casita adorable, de piedra, y me miraba de un modo tan afable y observaba con tanto orgullo a sus desgarbadas vecinas que mi corazón se henchía de gozo cuando pasaba ante ella.
Pero de repente, la semana pasada, cuando bajaba por la calle y eché una mirada a mi amiga, oí un grito de dolor: ''¡Me van a pintar de amarillo!''. ¡Malvados, bárbaros! No han perdonado nada, ni siquiera las columnas o las cornisas; y mi amiga se ha puesto amarilla como un canario. A mí casi me dio un ataque de ictericia con ese motivo. Y ésta es la hora en que no he tenido fuerzas para ir a ver a mi pobre amiga desecrada, teñida del color nacional del Imperio Celeste.


Así, pues, lector, ya ves de qué manera conozco todo Petersburgo.




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Este cuento (lo anterior es tan sólo las primeras páginas) de Dostoievski me encanta, lo leí hace 2 años, este año tuve que volver a leerlo, tenía recuerdos tan bonitos de él que era inevitable... y para mi sorpresa me gustó tanto como la primera vez.
Supuestamente es del Dostoievski joven, mucho antes de su famoso Crimen y Castigo, antes de pasar su tiempo en Siberia. Según lo que Juan López Morillas dice : ''Siberia le obliga a limpiarse la vista de telarañas sentimentales''


Sí puede que este cuento sea sentimental cursi o lo que quieran, hasta 'inmaduro' como ya se ha dicho pero me encanta y pues tal como el dice ahí ''muy de los años mozos''.
No por nada tiene como subtítulo Novela Sentimental (recuerdos de un soñador). Y es que Dostoievski aquí describe a los soñadores y a mí los soñadores no me molestan, al contrario
.
Por cierto que Luchino Visconti hizo una película en 1957 basada en este cuento que he querido ver pero no me ha sido posible encontrar, así que si a alguien le interesó el cuento o si ya lo ha leído antes y encuentran la película, háganmelo saber por favor.




4 comentarios:

Anónimo dijo...

Ahí me lo prestas... cuando acabe de leer todo lo que tengo por leer ahorita.

Anónimo dijo...

Por cierto, ¿quién diablos es Juan López Morillas y Luchino Visconti? Ay, como tira nombres ella...(jajajaja)

. dijo...

Es que yo soy kakis pues!

Anónimo dijo...

Me ah gustado, muchisimo, jajaja no distan mucho Victor de Oscar jejejeje... a veces me sucede lo mismo, y algo similar con la casa rosa, fue una casa que estaba media cuadra arriba de Pizzeria Italia, siempre me gustaba verla, solo presentaba su fachada y parte del muro lateral, pero sus detalles de antaño y su entrada, eran sencillas pero preciosas, invitavan a una buena tarde tomando café...lógicamente preferiría n la época en la que todavía andaban a caballos y carreta...

Pero sinceramente me ah gustado, tendrias que prestarmelo...después de Ignatuis claro esta.

Saludos :)